En este día de reflexión, les invitamos a leer un artículo, cuya autoría pertenece a nuestra compañera Sofía da Costa Marques, publicado el 9 de marzo de 2016 en www.unidiversidad.com.ar
Reconocimiento de derechos como materia viva. Batallas encabezadas por mujeres
Las luchas de las mujeres son muy antiguas; tanto, que algunas de ellas ya las olvidamos. No somos meramente desmemoriadas. Nacimos y crecimos en un mundo patriarcal que nos educa en el olvido de nuestras genealogías de lucha. El 8 de marzo es, precisamente, una fecha para recordar las batallas encabezadas por mujeres y recogidas por el movimiento feminista.
Las demandas y reivindicaciones variaron mucho a lo largo de los años. El reconocimiento de derechos laborales, económicos, civiles, políticos, sexuales y (no) reproductivos ha hilvanado una historia de lucha que, con avances y retrocesos, continúa hasta hoy.
La división sexual del trabajo capitalista reservó a las mujeres el espacio doméstico. El espacio público, las grandes decisiones económicas, políticas y culturales quedaron en manos de los varones blancos, burgueses y heterosexuales. Se impusieron estereotipos que pesaron, y pesan, sobre las mujeres como destinos ineludibles: el matrimonio heterosexual, la maternidad, el cuidado del hogar y las personas (no sólo hijos/as, también ancianos/as y enfermos/as), el trabajo no reconocido ni remunerado, o mal remunerado, por el sólo hecho de ser mujer. Estos destinos, que ordenaron la vida material de las mujeres, van de la mano de discursos que le dan sentido al sinsentido de la imposición: el instinto materno, la sensibilidad especial para las tareas de crianza y cuidado, la virtud de la “mujer de su casa”, la indefensión femenina, entre otros tantos.
Fueron las propias mujeres quienes se rebelaron, y se siguen rebelando, contra estos destinos fijados. Desde distinto tipo de organizaciones impusieron, en el espacio público, sus demandas, sus reclamos y sus necesidades. Doble rebeldía: levantar sus voces y hacerlo fuera de los estrechos límites del confinamiento doméstico. El derecho a voto, el derecho a heredar y administrar bienes, el derecho a percibir igual remuneración por igual tarea que un varón, el derecho a tener licencia por maternidad, el derecho a decidir si tener hijos/as o no tenerlos/as, cuántos/as tener, el espaciamiento entre ellos/as, el derecho a vivir una vida libre de violencias, por nombrar sólo algunos, fueron conquistados, no cedidos. Y, sin dudas, el efectivo acceso a los mismos es una lucha cotidiana, que las organizaciones feministas y de mujeres siguen dando a la par con lo que aún nos falta.
Cada femicidio que se mediatiza, nos demuestra que, para muchos, el foco aún sigue siendo el derecho de las mujeres a ocupar el espacio público. Demuestra que las mujeres seguimos siendo sospechosas cada vez que nos corremos de los dictados patriarcales.