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Ni propias del envejecimiento, ni cotidianas: las caídas pueden evitarse

La mayoría de las caídas se dan por no tomar medidas sobre el entorno de los adultos mayores y las consecuencias pueden ser graves para su salud. Nuestros especialistas nos cuentan qué hacer para prevenir estas situaciones.

16 de enero de 2020, 09:30. Por: Victoria Diumenjo.

imagen Ni propias del envejecimiento, ni cotidianas: las caídas pueden evitarse

Las caídas en adultos mayores son un problema mundial de salud pública frecuentemente ignorado. Se tiene la idea errónea de que son eventos comunes y normales en esta etapa de la vida. De hecho, se asume como una consecuencia natural del envejecimiento. La Organización Mundial de la Salud calcula que anualmente se producen 646 000 caídas mortales, por lo que se convierten en la segunda causa mundial de muerte por lesiones no intencionales.

Sus consecuencias son graves. Disminuyen la movilidad de la persona y aumentan su dependencia, incluso para actividades simples. En ocasiones dan lugar a hematomas, lesiones que requieren sutura, fracturas, tratamientos prolongados e intervenciones quirúrgicas.  

 

El riesgo aumenta con la edad

Los ancianos corren mayor riesgo debido tanto a los cambios relacionados con el envejecimiento, como a la falta de adaptación del entorno a las necesidades de esta población.

Así, entre las causas que dependen de la salud de la persona, podemos mencionar la presencia de enfermedades; trastornos de la marcha, movilidad y el equilibrio; alteraciones visuales, auditivas y vestibulares; deterioro de la percepción, comprensión y orientación espacio-temporal; problemas neurológicos y lentitud en los reflejos.

Por otro lado, la actividad que se encuentre realizando puede aumentar el riesgo, como también ciertos elementos y condiciones de las calles, casas y demás espacios.


Cómo podemos reducir el riesgo de caídas

En un número elevado de casos las caídas son evitables si las abordamos de manera multidisciplinar. Por lo tanto, es fundamental identificar causas  y factores de riesgo para actuar sobre ellos a través de:

  • Controles de salud periódicos para revisar la medicación, realizar tratamientos visuales e indicar suplementos de calcio y vitamina D
  • Utilización de bastones, andadores, lentes, audífonos y demás dispositivos para compensar dificultades físicas y sensoriales
  • Realización de programas grupales a cargo de profesionales que ofrezcan información preventiva y ejercicios para mejorar el equilibrio dinámico y fortalecimiento muscular.
  • Examen del entorno donde vive la persona.

 

¡Algunos consejos para aplicar!

1.   Mantener las habitaciones ordenadas, especialmente evitar dejar cosas tiradas en el suelo.

2.   No camine descalzo, elija zapatos de suela de goma para no resbalarse y si usa tacos que sean de tacón bajo.

3.   No utilice ropa muy holgada que pueda engancharse en un mueble o puerta

5.   En caso de tener alfombras, asegúrese que estén sujetas al piso.

6.   Buena iluminación en todos los ambientes de la casa, fundamentalmente en escaleras, que además deben tener pasamanos a ambos lados.

7.   En el baño, instalar pasamanos y barras de apoyo cerca de la ducha y del inodoro. Colocar alfombra antideslizante para bañarse.

8.   Mantener una linterna junto a su cama.

9.   Tenga cerca siempre un teléfono inalámbrico o celular para no salir corriendo cuando suene y para comunicarse en caso de caerse.

 

El Hospital Universitario cuenta con profesionales especializados en estos temas para asesorar en prevención y realizar los tratamientos correspondientes. Ante cualquier inquietud no deje de comunicarse con nuestro servicio de Rehabilitación de lunes a viernes de 8 a 20 al teléfono 4135026

 

Fuente: Lic. Mariana Cerdán, Rehabilitación Vestibular. Hospital Universitario UNCUYO.

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